La detención y enjuiciamiento del expresidente filipino Rodrigo Duterte en la Corte Penal Internacional es una victoria significativa para el pueblo filipino, que lleva mucho tiempo clamando justicia y castigo por los innumerables crímenes del tirano durante su reinado de terror de seis años como presidente, y más aún como alcalde de la ciudad de Davao.

A pesar de su detención, la lucha por la justicia continúa. El pueblo filipino sigue exigiendo la condena y el castigo de Duterte y sus principales secuaces militares y policiales. Continúa su búsqueda de justicia para las miles de víctimas de homicidios injustos cometidos por militares, policías y vigilantes bajo el pretexto de la llamada guerra contra las drogas y la brutal y sangrienta represión política desatada por el régimen de Duterte.

La detención de Duterte se retrasó mucho porque Marcos, que se alió con los Duterte en las elecciones de 2022, se había opuesto públicamente a cooperar con la CPI. Sin embargo, la alianza «Uniteam» Marcos-Duterte comenzó a fracturarse a mediados de 2023. Este conflicto Marcos-Duterte se agudizó aún más cuando Marcos presionó para consolidar y monopolizar el poder político, con el inicio de las elecciones de mitad de mandato y la destitución de Sara Duterte el pasado 5 de febrero de 2025.

La cooperación del gobierno de Marcos con la Interpol para llevar a cabo la detención de Duterte es también un testimonio del oportunismo político de Marcos, haciendo que sirva a su objetivo estratégico de socavar a los Dutertes y su plan para volver al poder en 2028. Sin embargo, esto no niega el hecho de que la detención de Duterte es un resultado importante de la continua demanda del pueblo para que Duterte rinda cuentas por sus crímenes.

Bajo el régimen de Marcos, continúan las mismas políticas represivas de Duterte y los ataques contra el movimiento revolucionario. Las ejecuciones extrajudiciales, los secuestros y las desapariciones forzadas, así como los bombardeos y ametrallamientos aéreos, especialmente en miles de pueblos que Marcos ordenó poner bajo gobierno militar, siguen siendo rampantes. Muchos de estos crímenes se han documentado durante las vistas del Tribunal Internacional de los Pueblos celebradas en Bruselas en mayo de 2024. Desde entonces, se han registrado varias decenas de nuevos casos de ejecuciones extrajudiciales de civiles.

La detención de Duterte envalentona al pueblo filipino para proseguir su lucha por la justicia y los derechos humanos. En medio de los continuos crímenes sangrientos perpetrados por las fuerzas del Estado, el pueblo filipino está cada vez más decidido a exigir responsabilidades a Marcos, como a Duterte, por los graves crímenes que siguen cometiendo impunemente las fuerzas militares y policiales tras el velo de la política de «contrainsurgencia» y «seguridad nacional» de Marcos.

Ahora que Duterte va a ser juzgado por la CPI, surge una nueva frontera de lucha para el pueblo filipino. Se han hecho llamamientos para volver a formar parte de la Corte Penal Internacional y se están ampliando, ya que sirve como un recurso importante para que el pueblo filipino responsabilice a todos los tiranos pasados y futuros y a sus cómplices.

Sin embargo, el último recurso del pueblo filipino sigue siendo la lucha revolucionaria para derrocar la tiranía de los grandes compradores burgueses, los grandes terratenientes y los capitalistas burócratas. Sólo poniendo fin al Estado fascista que emplea la violencia terrorista para perpetuar el sistema semicolonial y semifeudal opresor y explotador, podrá realizarse plenamente su aspiración a una auténtica libertad y justicia social.