En el 52 aniversario del Frente Democrático Nacional de Filipinas (NDFP), hacemos un renovado llamamiento a la acción ante la intensificación de las crisis. Formado en 1973 en medio del terror fascista de la dictadura de Marcos, el NDFP surgió como el frente unido revolucionario que luchaba por la liberación nacional y la democracia. Hoy, su relevancia persiste, arraigada en la explotación duradera, la falta de tierras, el control extranjero y el dominio de las élites que definen las condiciones semicoloniales y semifeudales de Filipinas.
Las raíces de la lucha armada se encuentran en las injusticias crónicas y sistémicas que han asolado Filipinas durante generaciones. A pesar de que las sucesivas administraciones han prometido reformas y desarrollo, los problemas fundamentales del pueblo filipino siguen sin resolverse. La tierra sigue concentrada en manos de unos pocos terratenientes, lo que obliga a millones de campesinos a trabajar en régimen de arrendamiento o en acuerdos informales. La industria filipina está atrofiada por el capital monopolista extranjero y la dependencia de los productos importados, lo que deja a los trabajadores con salarios bajos, empleos precarios y sin futuro. El poder político sigue siendo dominio de dinastías atrincheradas y grandes élites compradoras, apuntaladas por el imperialismo estadounidense. La respuesta del Estado a la disidencia organizada ha sido la etiqueta roja, el encarcelamiento, la tortura y el asesinato. En este contexto, la revolución democrática del pueblo deja de ser una cuestión de elección para convertirse en una necesidad.
Un aspecto central de la lucha por la liberación es la tarea de construir y fortalecer el poder político rojo en el campo filipino. Esto implica organizar a las masas en organizaciones de masas revolucionarias aliadas del NDFP, así como establecer estructuras de gobierno que desafíen la autoridad del Estado reaccionario. Esto también incluye la implementación de una auténtica reforma agraria, programas de salud y el establecimiento de tribunales populares que trabajen para empoderar al pueblo y desarrollar un gobierno revolucionario autosuficiente que opere independientemente del corrupto y opresivo régimen reaccionario. La formación de organizaciones revolucionarias de masas sirve, por tanto, como embrión del gobierno democrático del pueblo. Este gobierno paralelo desafía la autoridad del Estado reaccionario y capacita a las masas filipinas para gobernarse a sí mismas en función de sus intereses, no de los de los terratenientes, capitalistas o potencias extranjeras.
El NDFP hace un llamamiento a una solidaridad internacional más amplia y a la participación activa de los emigrantes filipinos en la revolución democrática popular. A medida que millones de filipinos se ven empujados al extranjero por el desplazamiento económico y la persecución política, la revolución debe expandirse más allá de las fronteras filipinas. Los emigrantes, que a menudo experimentan en carne propia la brutalidad del capitalismo global, no son sólo víctimas, sino agentes vitales de la resistencia. Pueden y deben organizarse, aportar recursos y amplificar los llamamientos del movimiento en su país.
El NDFP se mantiene firme en su visión de una sociedad filipina liberada, libre del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. Esta lucha por la liberación es un viaje largo y arduo, pero el rumbo está claro: la única forma de avanzar es a través de la revolución democrática popular con una perspectiva socialista. Esta es la tarea que tenemos por delante, y es una tarea que el NDFP y el pueblo filipino seguirán llevando a cabo con inquebrantable determinación y espíritu revolucionario.