Las masas filipinas, forjadas en el fuego de la lucha e impulsadas por la furia revolucionaria, marchan hacia 2025 con la inquebrantable determinación de resistir al régimen opresor de Marcos-Duterte y avanzar en la lucha por la liberación nacional. Las fuerzas revolucionarias bajo la bandera del Frente Democrático Nacional de Filipinas (NDFP) se unen al pueblo filipino para hacer frente a las crisis cada vez peores de la sociedad filipina semicolonial y semifeudal. En consonancia con el llamamiento del CPP, se preparan para un año marcado por la intensificación de la lucha contra la corrupción sistémica, la opresión económica y el terror de Estado bajo el régimen de Marcos Jr. respaldado por Estados Unidos.
El año pasado, 2024 fue testigo del empeoramiento de la difícil situación de las masas filipinas. La escalada de precios, el estancamiento de los salarios, el desempleo generalizado y el deterioro de los servicios públicos han dejado a innumerables familias en un estado de desesperación absoluta. Mientras tanto, el gobierno de Marcos Jr. sigue dando prioridad a los intereses de sus compinches y aliados de la clase dominante sobre el bienestar del pueblo.
El año pasado también se intensificaron las luchas internas entre las facciones gobernantes de Marcos y Duterte, lo que puso aún más de manifiesto las grietas y la podredumbre de la política filipina. La rivalidad entre ambos se ha intensificado por intereses contrapuestos, en los que cada uno compite por el dominio de los recursos estatales, el control político y la narrativa pública. Para las masas filipinas, esta disputa subraya la naturaleza oportunista e interesada de la clase dirigente.
A esta injusticia se añade la respuesta fascista de la administración a la creciente disidencia. El gobierno de Marcos Jr. ha empleado la represión a gran escala como estrategia por defecto, perpetuando de facto las condiciones de la ley marcial en las zonas rurales bajo control militar, convirtiendo en armas las leyes de etiqueta roja y las instituciones civiles, y aprovechando las acusaciones inventadas para silenciar a los activistas. Las declaraciones de «ausencia de insurgencia» suenan huecas para quienes se enfrentan a un acoso y una represión violenta continuos tanto en los centros urbanos como en el campo.
Filipinas sigue siendo un peón de EEUU en su precaria rivalidad interimperialista con China. La creciente presencia de fuerzas militares estadounidenses y el establecimiento de más bases en suelo filipino subrayan el servilismo de Marcos Jr. a los intereses imperialistas estadounidenses. Estas acciones han aumentado el riesgo de guerra, arrastrando al pueblo filipino a un conflicto que no ha elegido. Las masas filipinas rechazan cada vez más esta afrenta a la soberanía nacional, exigen la retirada de las bases estadounidenses e impulsan una política exterior independiente para resolver el conflicto marítimo con China mediante el diálogo pacífico.
En este contexto, el Partido ha llamado a sus fuerzas a ampliar y profundizar el movimiento de rectificación. Guiado por el marxismo-leninismo-maoísmo, el movimiento revolucionario prevé ahora un año de resurgimiento y de echar raíces más profundas entre las masas obreras y campesinas. Paralelamente, el Nuevo Ejército Popular intensifica sus ofensivas tácticas, con el objetivo de aplastar a las fuerzas armadas represivas del Estado, al tiempo que refuerza el apoyo en sus bases de masas.
A medida que avanza el año 2025, la determinación del pueblo filipino de romper las cadenas de la opresión, reclamar la soberanía y establecer una nueva sociedad es más incontenible que nunca. El NDFP, junto con sus aliados y las masas, avanzará con determinación, asumiendo tanto los retos como los triunfos que se avecinan.