Afirmando su papel de organizar y movilizar a los compatriotas filipinos para la revolución democrática nacional, Compatriots se lanzó formalmente el mes pasado con la participación de decenas de trabajadores filipinos revolucionarios en el extranjero en un país de la región Asia-Pacífico. Compatriots representa al sector especial de emigrantes filipinos del Frente Democrático Nacional de Filipinas, y se une a otras 17 organizaciones clandestinas revolucionarias del NDFP que representan a todas las clases patriotas de la sociedad filipina.

En la actualidad, los migrantes filipinos ascienden a 15 millones (alrededor del 10% de la población filipina), incluidos millones de trabajadores temporales en empleos mal remunerados (trabajo doméstico, cuidado de niños, entre otros). Desde 2023, cerca de 10.000 filipinos abandonan el país cada día por falta de empleos locales, ausencia o insuficiencia de ingresos y salarios muy bajos, privación de tierras y medios de subsistencia. Mediante la política de exportación de mano de obra, el Estado reaccionario sacrifica a los trabajadores filipinos para aliviar la crisis de empleo del país. Diariamente son desplumados con millones de pesos en forma de tasas por servicios básicos que ni siquiera les benefician.

En el extranjero, sufren abusos, violaciones de los derechos laborales, racismo o discriminación racial, violencia y costes de migración muy elevados. No tienen ninguna protección, especialmente las trabajadoras en los empleos más vulnerables a los abusos y la delincuencia.

Entre los casos de gran repercusión que llamaron la atención del mundo entero sobre la difícil situación de los trabajadores filipinos en el extranjero y la negligencia criminal del reaccionario gobierno filipino se encuentran, entre otros innumerables casos, la condena por asesinato injusto y ejecución de Flor Contemplacion en 1995, trabajadora doméstica en Singapur. Sarah Balabagan tenía 14 años cuando trabajaba como empleada doméstica en Oriente Medio y, en defensa propia, mató a su empleador, que intentó violarla. El reciente caso de Mary Jane Veloso, condenada injustamente por tráfico de drogas y sentenciada a muerte por el gobierno indonesio, pero repatriada desde entonces a Filipinas.

Otros innumerables trabajadores filipinos en el extranjero sin nombre han sufrido abusos, explotación y han muerto misteriosamente mientras trabajaban y no se les ha hecho justicia, aunque el Estado filipino los ensalza irónicamente como «héroes modernos» aunque sólo sea por los miles de millones de dólares estadounidenses que aportan para mantener a flote la economía filipina.

Durante su presentación oficial, Compatriots hizo hincapié en la necesidad de crear organizaciones entre sus filas para promover sus derechos democráticos, incluido el derecho al empleo y a la protección social en los países en los que trabajan. Compatriots prevé que el crecimiento de estos movimientos aumentará su contribución a la solidaridad antiimperialista, así como al avance de la revolución proletaria internacional.

"Al ser filipinos, los emigrantes son reconocidos como parte integrante del movimiento de liberación nacional. La solución a su emigración es el avance de la revolución democrática nacional. El reto para Compatriots es fortalecer el movimiento contra el Estado reaccionario títere explotador y opresor de Filipinas y ampliar el apoyo a la prolongada guerra popular en medio de la intensificación del fascismo en todo el mundo", subrayó la organización revolucionaria.

Los compatriotas subrayaron que la única solución a los problemas de los filipinos en el extranjero es atajarlos de raíz. «Debemos acabar con el carácter semicolonial y semifeudal de la sociedad filipina, y esto sólo puede lograrse mediante una revolución democrática popular bajo la dirección del CPP», afirmó.