EDITORIAL. Año 4, Numero 2. 1 de febrero 2022.

En la víspera de Navidad, el 24 de diciembre de 2021, los camaradas del Nuevo Ejército Popular, Menandro Villanueva y Sandra Reyes, fueron capturados vivos por miembros de las Fuerzas Armadas de Filipinas después de un tiroteo en la ciudad de Mabini, Davao de Oro, en el sur de Filipinas. En el momento de su captura, el camarada Menandro era comandante nacional del NPA y miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista de Filipinas.

El día siguiente, día de Navidad, la AFP anunció que la camarada Sandra había muerto en acción. Es decir, quedó fuera de combate y bajo la custodia de la AFP fue ejecutada sumariamente.

En los días siguientes, se colgaron carteles en Davao de Oro ofreciendo recompensas en dinero por la captura del camarada Menandro. Aún más tarde, el 5 de enero, las FAP hicieron llover proyectiles de artillería sobre las aldeas de la ciudad de Mabini, alegando que estaban a punto de capturar al líder de alto rango del NPA y del CPP.

Reciéntemente, el 6 de enero, después de doce días, las FAP anunciaron engañosamente que el camarada Menandro había muerto en un tiroteo en la ciudad de Mabini. Fue puesto fuera de combate, secuestrado y desaparecido, y bajo custodia de las FAP fue torturado y ejecutado sumariamente.

Las FAP se regodearon con sus actos asesinos, reclamaron el dinero de su recompensa y se jactaron una vez más de la inminente desaparición del movimiento revolucionario. En especial, se regocijan y bailan sobre la tumba del camarada Menandro porque despertó y empoderó a los campesinos pobres y a los indígenas lumad de Mindanao. Porque ayudó a plantar y nutrir al gobierno democrático popular en cientos de pueblos pobres. Y porque ayudó a liderar la resistencia del pueblo contra la minería destructiva y otras operaciones de enriquecimiento que asolan el medio ambiente y saquean el patrimonio de la nación.

El CPP,  el NPA, todas las fuerzas revolucionarias y el pueblo filipino rinden sus más altos honores al camarada Menandro. Sirvió desinteresadamente a la causa revolucionaria del pueblo filipino durante cinco décadas y ayudó a promover sus aspiraciones democráticas y socialistas nacionales. Ahora se encuentra entre la legión de héroes del pueblo filipino.

Su muerte es ciertamente una gran pérdida para el Partido y el movimiento revolucionario. Pero en su largo y fructífero servicio, el camarada Menandro logró grandes logros en el reclutamiento, capacitación y desarrollo de miles y miles de miembros del CPP, combatientes rojos del NPA y activistas revolucionarios. Varios camaradas ya están preparados para tomar su lugar y cumplir con sus funciones.

Duterte y sus funcionarios de seguridad solo pueden soñar en vano con derrotar las aspiraciones de liberación nacional, democracia genuina y paz justa del CPP, el NPA y el pueblo filipino. Seguramente enfrentarán las consecuencias de sus horrendos crímenes de guerra y crímenes contra el pueblo filipino.