EDITORIAL. Año 3, Numero 11. 1 de noviembre 2021.
El Comité Noruego del Nobel anunció el 8 de octubre la concesión del Premio Nobel de la Paz 2021 a la periodista filipina Maria Ressa y al periodista ruso Dmitry Muratov, "por su valiente lucha por la libertad de expresión en Filipinas y Rusia". Según el Comité, representan a "todos los periodistas que defienden este ideal en un mundo en el que la democracia y la libertad de prensa se enfrentan a condiciones cada vez más adversas".
De hecho, el premio valida la infamia de Filipinas como uno de los países más peligrosos para los periodistas. Asimismo, significa el disgusto cada vez mayor de la comunidad mundial hacia el régimen fascista de Duterte.
Bajo el régimen de Duterte, 20 periodistas han sido asesinados desde 2016. Hasta la fecha, ninguno ha sido condenado por estos atroces crímenes. En su lugar, los fiscales del régimen presentan habitualmente casos fabricados de subversión, posesión ilegal de armas de fuego y explosivos, difamación y ciberdifamación contra periodistas críticos. A continuación, pueden ser detenidos y encarcelados indefinidamente. Se les tacha de enemigos del Estado, sufren vigilancia militar, acoso y amenazas a su seguridad física. La propia Ressa se enfrenta a no menos de siete casos de cibercalumnia.
El Premio Nobel de la Paz 2021 a la periodista filipina complementa la reciente decisión de la Corte Penal Internacional de abrir investigaciones sobre crímenes contra la humanidad contra el gobierno de Duterte. Ambas decisiones agudizan aún más la atención mundial sobre el régimen asesino, corrupto y traidor de Duterte.
Rodrigo Duterte, en su último año como presidente, se ha convertido en el proverbial lameduck. Citando encuestas encargadas en secreto, Duterte ha retirado su candidatura a la vicepresidencia en las elecciones de 2022. El Senado está investigando sus colosales delitos de corrupción. Su alianza política se está fragmentando, algunos antiguos leales a Duterte se quejan de que ha escondido dinero en cuentas secretas en el extranjero. Las quejas de los oficiales militares son cada vez más fuertes contra la venta de Duterte del Mar de Filipinas Occidental a China. La propaganda de Duterte ha perdido su eficacia, su supuesta popularidad está disminuyendo drásticamente, mientras que el llamamiento del pueblo filipino para acabar con el régimen detestable está ganando impulso.
Sin embargo, el pueblo filipino y el resto del mundo deben permanecer vigilantes y militantes, especialmente ante la posibilidad de que el régimen de Duterte lleve a cabo operaciones terroristas encubiertas o declare la ley marcial en todo el país, con el fin de posponer las elecciones de 2022 y mantenerse en el poder. El pueblo filipino necesita llevar la lucha contra el régimen asesino, corrupto y traidor de Duterte hasta el final. El pueblo necesita impulsar la lucha por la liberación nacional, la justicia social y la auténtica democracia.